Descontento con la educación que recibían sus hijos, Elon Musk hizo lo que muchos otros padres harían, los sacó de la escuela.
Pero el siguiente paso que dio el director de Tesla y SpaceX, está fuera del alcance de la mayoría: creó su propia escuela, Ad Astra ("hacia las estrellas").
Sin página web o visitas guiadas abiertas al público general, Ad Astra funciona desde hace tres años en el sur de Los Ángeles, California, rodeada de un halo de misterio y secretismo.
"Creé una pequeña escuela", dijo el multimillonario empresario sobre Ad Astra. Fue en una entrevista concedida a una televisión de Pekín, China, en 2015, meses después de la apertura.
Lo hizo para ofrecerles una enseñanza alternativa a sus cinco hijos, que estudiaban en la exclusiva escuela Mirman para niños superdotados en Beverly Hills, Los Ángeles.
Musk contrató a uno de los profesores de Mirman para poner en marcha el proyecto que comenzó con un grupo muy reducido de niños.
Ad Astra figura oficialmente como una escuela privada en activo que abrió el 20 de julio de 2015 y comprende los cursos de 2º a 8º (de los 7 a los 14 años).
En septiembre de 2015 contaba con 20 estudiantes y ahora la cifra ha ascendido a 40.
"No se sabe exactamente quiénes son estos niños", le dice a BBC Mundo Christina Simon, autora del libro "Más allá del catálogo: guía de una conocedora de las escuelas privadas de primaria de Los Ángeles".
"Se dijo en algún momento que Ad Astra era para los hijos de los empleados de SpaceX, pero no está claro a qué trabajadores se les hace la oferta, ni a cuántos ni en qué condiciones", indica Simon.
Una visita informal
Tras varios intentos de BBC Mundo por tener información de primera mano, los responsables de la escuela accedieron a organizar una visita informal de la que no podemos ofrecer detalles, pero que sirvió para corroborar su existencia y funcionamiento, y para corregir percepciones erróneas.Para ser admitidos en la escuela, los niños no tienen que superar ningún test de coeficiente intelectual, como se ha insinuado en algunos medios.
Los potenciales alumnos visitan la escuela e interactúan con el personal, que analiza si los menores podrán disfrutar y aprovechar ese tipo de educación alternativa.
Los estudiantes que no son hijos de empleados de SpaceX llegan a Ad Astra por referencias de algún conocido.
Próximamente habrá más apertura, nos dicen en Ad Astra. Los padres interesados podrán rellenar una pre-inscripción en internet y a partir de ahí se iniciará el proceso de admisión.
Eso sí, el número de plazas seguirá siendo limitado para poder mantener el espíritu innovador de la escuela.
"La filosofía de la escuela es experimental, no está basada en un currículo.
Musk decidió que quería educar así a sus hijos y a un pequeño grupo de niños. Es algo que él desarrolló, es su idea, no es una escuela tradicional", subraya.
Dos principios como base
El propio
Musk explicó en 2015 cuáles son los dos principios esenciales que
sustentan su propuesta:
"La diferencia más grande con la mayoría de las
escuelas es que en Ad Astra no hay cursos determinados según el método
tradicional".
"Nos han estado enseñando mal las matemáticas durante todo este tiempo"
"A algunas personas les encanta el inglés o los idiomas, a otros las
matemáticas, a otros la música… son diferentes habilidades. Tiene más
sentido que la educación se adapte a sus aptitudes y habilidades" Ese es
un principio.
"El otro principio es la importancia de enseñar
cómo resolver problemas poniendo el enfoque en el problema y no en las
herramientas.
"Si quieres enseñar a alguien cómo funciona un motor, es mejor desmontarlo e ir aprendiendo para qué sirven las herramientas que empezar por un curso completo sobre destornilladores y llaves inglesas", defendió Musk.
Ética y moral
El multimillonario empresario no ha vuelto a hablar abiertamente sobre Ad Astra, en la que se da mucha relevancia al tema de la ética y la moral, que se debate en forma de escenarios reales que se les plantean a los estudiantes.En cuanto a cómo impactará la formación de los estudiantes de Ad Astra en su futuro académico, es temprano para saberlo.
"Los chicos que están allí solo llevan un par de años, ninguno ha tenido que dar el salto a la universidad. Nadie sabe qué va a pasar con estos estudiantes", reflexiona Simon.
A Musk le basta con saber que sus hijos disfrutan yendo a la escuela y que incluso las vacaciones se les hacen demasiado largas.
"Yo odiaba ir a la escuela cuando
era pequeño, era una tortura", confesó Musk, que sufrió acoso escolar
durante su infancia en Sudáfrica.
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